El camino hacia una economía fraterna

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Blog Académico

Las cifras que arrojó la encuesta Casen la semana pasada dieron a conocer un aumento considerable de la pobreza en nuestro país. Y más allá de todas las hipótesis y lecturas que postulan los expertos, estos resultados son la alerta de que algo debe cambiar en nuestro sistema económico, algo que permita una mayor igualdad de oportunidades y una real integración social.

Un modelo a seguir es lo que están haciendo países como Brasil, Italia y Argentina; quienes se sumaron al proyecto “Economía de Comunión”, un plan que busca integrar a los empresarios en la cultura de “dar”, poniendo en común sus ganancias y dividiendo el dinero, es decir, que pongan libremente en comunión sus beneficios para conseguir tres objetivos específicos.

El primero de ellos es “sostener”, a través de proyectos compartidos basados en la reciprocidad, la subsidiaridad y la comunión; el desarrollo de personas y comunidades que se encuentran en la indigencia. Luego, el fin es “extender la cultura de dar” y de la reciprocidad, como precondición para alcanzar un desarrollo integral, así como una economía y una sociedad fraternas y solidarias; finalmente, “desarrollar” la empresa, creando puestos de trabajo y riqueza y orientando toda la vida de la empresa, tanto interna como externa, hacia el bien común.

La idea no es nueva, ya que data de 1991, cuando la italiana Chiara Lubichla fundadora y presidenta del Movimiento de los Focolares, grupo católico que promueve la unidad y la fraternidad universal, viajó hasta Brasil y quedó impactada con la desigualdad social del país. Fue así como la líder fue solucionando las necesidades más inmediatas de las favelas, pero convencida de que se necesitaban más manos. De esta forma fue convocando a distintas empresas para conseguir un objetivo en común: una sociedad justa.

Nuestra realidad

El Arzobispo de Concepción y Gran Canciller de nuestra Universidad, Monseñor Ricardo Ezzati ha enfatizado en el salto que debemos dar desde la economía consumista, basada en la cultura del tener, para llegar a la economía de comunión que es la economía del dar, ya que es una opción real para trabajar en conjunto por el desarrollo del país y superar efectivamente la pobreza.

Por ello, como profesionales y formadores en una Facultad de Economía, resulta fundamental reforzar en el aula el concepto de solidaridad, mantener nuestra misión de inculcar en los jóvenes la importancia de servir a la comunidad y de ampliar las oportunidades de quienes más lo necesitan, enseñándoles que el progreso va de la mano del desarrollo social, del bien común.

Además, es trascendental enfatizar que la empresa sí puede surgir ayudando, que “dar” no significa restar sino sumar. Los empresarios que integran a la Economía de Comunión trabajan basados en la ética, respetando las leyes, los derechos de los trabajadores, de los consumidores, de las empresas de la competencia, de la comunidad y del ambiente. Todos estos comportamientos basados en principios, influyen positivamente el la calidad del trabajo y, en consecuencia, en la producción de una empresa.

Iván Valenzuela Díaz
Decano Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas
Universidad Católica de la Santísima Concepción
ivalenzuela@ucsc.cl